Lourdes Hernández Fuentes, mejor conocida como La cocinera atrevida, ese era el nombre de su programa en el radio y de su diario público que escribió en diversos periódicos a lo largo de 10 años. Lourdes es una experta guisandera, gourmet, crítica gastrónoma, embajadora cultural de la comida mexicana en Brasil, traductora y hasta empresaria lanzando su propia línea de corsetería para la cocina.
Hablar de Lourdes es hablar de generosidad con los amigos, de pasión por la música, de sabores orientales, de novelas policíacas, de la Familia Burrón y el Libro Semanal, de telenovelas brasileñas, de noches interminables con amigos jugando dominó, de fútbol, de arte, y por supuesto de Felipe -ella está casada con Felipe Ehrenberg, artista plástico mexicano y neólogo-. Juntos son una excelente pareja que se enriquecen como el tamarindo y el chile, el atole y el piloncillo, o el aguacate y el cilantro, unidos son pura vida.
Desde hace 9 años Lourdes vive en Sao Paulo, Brasil y desde ahí tiene un pequeño restaurante (paladar) que abre para curiosos y conocedores de la comida mexicana. Diseña sus menús y hace las invitaciones vía correo electrónico, de esa manera ha hecho suyo el dicho aquél de A la mesa y a la cama sólo una vez se llama.
Pero no vayan a creer que es un correo con un menú común y corriente y ya, no señores. Los correos que envía mi amiga de verdad se esmera en ellos como en su comida, son amenos y seductores a los sentidos. En estos narra las aventuras que corrieron los ingredientes auténticamente mexicanos para llegar a esa parte del mundo; además de dar explicaciones sobre el origen de cada uno de ellos. Es por eso que hay lista de espera para encontrar mesa, muchos quieren llenarse de asombros y deleitarse con una genuina comida mexicana.
Lourdes y Felipe, sin ser nombrados por ninguna campaña turística a favor de México, ellos solos llevan en los genes el gusto y el orgullo de representar a México en Brasil.
Reproduzco aquí esta carta del blog de Felipe Ehrenberg:
Tomado de http://ehrenberg.ojoavizor.arts-history.mx/entrada.php?id=266
A casa dos Cariris de mi Cocinera Atrevida (¿artevida?)
Para recibir al 2009 limpié y reordené mi pequeño estudio. Por el momento, no necesito más espacio pues mis grandes instalaciones las hago in situ y con hartos colaboradores. Lo malo es que el WiFi no alcanza del tercer piso donde esta su base al primer piso, donde guardo mis (cada vez menos) archivos físicos. Entonces trabajo frente a la compu en el piso de enmedio, donde mi Lourdes y yo celebramos nuestro legendario paladar, archi réquete reconocido por tout le monde como A Casa dos Carirís.
Algunos capitalinos mexicanos recordarán el paladar que animaba ella en la colonia Portales, La Cúpula. Pues he ahí que hace 3 años abrimos otro en São Paulo, donde propios y uno que otro extraño pueden degustar 4 o 5 veces al mes de lo más granado de la gastronomía mexicana: el delicioso mole de queso con chile serrano y chile de árbol; el veracruzanísimo mole de Cavisnaba, que lleva un finísimo camarón seco de Escuinapa, epazote y chiles cascabel y pasilla; del Golfo de México también el badejo al achiote (que en Brasil se consume bajo el nombre de urucum), envuelto en hoja de plátano y con camarones frescos; los chilaquiles picantes en tomate verde con chile guajillo; el texmolli de carne con chochoyotes de Coxcatlán, Puebla, que lleva hierba santa (o acuyo) y chile ancho... ¡hmmmmmmm! (Este menú por cierto, fue un “pague de acuerdo a cómo le gustó”. Confieso que nos fue superbien.)
Lourdes NUNCA repite un menú. Cada vez que abre ofrece nuevas sorpresas. No sólo eso, mi cocinera atrevida graba todo un I-Pod de música mexicana que a veces mezcla –como debe ser– con selecciones antillanas y de la América latina (en español, ‘latina’ se escribe con minúsculas, le pese a quien le pese).
¡Bueno pues! ¡Ni en México se pueden degustar estos platillos en un sólo lugar! Y los paulistanos ciertamente han venido refinando su paladar con el tiempo (aquí es donde aprenden a comer el tan aborrecido cilantro). La casa de los Carrirís aparece en revistas, en la TV, en noticieros y programas de radio, en blogs (gugléese buscando A casa dos Carirís o Lourdes Hernandez Fuentes, para darse una idea).
Sucede que atiendo mis negocios en el mismo piso que convertimos en paladar, donde también está la cocina. Soy testigo del trabajo que invierte Lourdes para preparar cada degustación. Cada 10-15 minutos me levanto y le lavo todos los trastos que va desocupando... En este momento ella salió corriendo para comprar epazote fresquecito, que aquí llaman mastruz, en el mercado municipal. Al ratito vuelve y entonces, mientras tecleo, la cocinera atrevida pasará horas y horas cocinando y al mismo tiempo seleccionando la música que acompañará a los comensales mientras prueban oleadas y más oleadas (ariles y más ariles del corazón) de nuestros entrañables y desconcertantes sabores. Y no hay quien salga insatisfecho. Es más, no sabría decir con precisión cuantos brasileros decidieron ir de visita a México, que vuelven con buenos negocios con México en cartera. Es aquí, en la Casa de los Carirís (así se llama nuestra calle... los carirís son uno de los pueblos originales del noreste) donde comen para matar saudades mientras regresan a atender sus asuntos.
Fue Lourdes quien me convenció de incluir a la gastronomía en mi proyecto cultural como agregado. Fue Cecilia Soto quien nos apoyo sin recato alguno. Fue entonces que me di cuenta que la gastronomía es, en realidad, una de las más importantes artes escénicas que existen en la actualidad: se interpretan recetas, llega el público que paga como si fuera en taquilla (¿taco? ¿taquilla? caray...) y sale aplaudiendo. Por lo menos así salen de aquí, que es prácticamente el único sitio en todo este país continente donde se puede comer comida verdaderamente mexicana. Porque no les sucede lo mismo en los restaurantes tex-mex que proliferan en las grandes ciudades de Brasil, restaurantes que se anuncian en inglés como “authentic mexican food” (¿lo creerán?).
¿Cuándo se le ocurrirá a la CámaraNacional de Restaurantes y Alimentos Condimentados (www.canirac.org.mx) emular a Tailandia para proteger nuestra culinaria de los embistes y embustes del tex-mex? Aquel país de sabrosuras instituyó hace varios años el Thai Food Quality Certification, que reciben sólo a aquellos restaurantes en el mundo que cumplen con los estándares de calidad exigidos para autentificar los platillos que sirven. Un TFQC se consigue a través de embajadas y consulados tailandeses luego de pasar por una cuidadosa inspección. Bien podría la Canirac ponerse las pilas y convencer a la Secretaría de Relaciones Exteriores a apoyar una acción similar. Se podría otorgar una preciosa Tortilla de Oro y colocar el logo tras cada platillo genuino en el menú...
Por mientras, Lourdes no necesita certificado alguno para encantar y transformar a nuestros comensales... que en brasilero se llaman fregueses, palabra que proviene de feligreses. ¿Acaso no hay lógica en esto?